Teología(s)
y Estudios Bíblicos: ¿Cuál es la diferencia entre estas disciplinas?
Las
disciplinas relacionadas con la religión presentan puntos en común, pero
también diferencias metodológicas importantes. Una forma sencilla de visualizar
esta relación es mediante una analogía: así como el fútbol y el básquet son
ambos deportes, aunque se juegan con reglas muy distintas, lo mismo ocurre
entre la teología y los estudios bíblicos. Confundir estas disciplinas o
utilizarlas de manera indistinta puede llevar a cometer una falacia de
categoría, algo que he observado incluso en personas con formación
académica.
¿Teología o teologías?
El término
teología proviene del pensamiento griego y, a lo largo de la historia,
ha adquirido diversos matices. Hoy en día se entiende de múltiples maneras,
pero en mi opinión una definición útil para el ámbito académico es: el
estudio de las creencias, discursos y reflexiones sobre Dios y lo divino dentro
de las tradiciones religiosas.
Dado el
amplio abanico de tradiciones existentes, es más preciso hablar de teologías
en plural. Desde la academia, encontramos por ejemplo la teología sistemática o
dogmática, la teología moral, la teología de la liberación, etc. Desde una
perspectiva confesional, cada denominación desarrolla su propia comprensión
teológica: la teología bautista difiere de la pentecostal; la teología
calvinista difiere de la arminiana, y así sucesivamente.
¿Qué distingue a los Estudios
Bíblicos?
A
diferencia de la mayoría de las teologías, cuyo enfoque suele estar
condicionado —aunque no necesariamente limitado— por marcos doctrinales y
confesionales, los estudios bíblicos se centran en el análisis del texto
dentro de su contexto social, cultural e histórico. Su objetivo
principal es comprender qué quiso comunicar el autor original a su audiencia
contemporánea.
Para ello,
los estudios bíblicos emplean metodologías críticas como la crítica textual, la
crítica literaria, el método histórico-crítico, la arqueología o la lingüística
semítica. Su aproximación busca minimizar presupuestos teológicos posteriores,
lo que permite evitar conclusiones anacrónicas que a veces surgen dentro de
desarrollos teológicos dependientes de tradiciones, concilios o sínodos.
Una falacia de categoría frecuente
No
distinguir claramente entre ambas disciplinas conduce a errores metodológicos.
Un ejemplo común es asumir que, porque un académico pertenece a cierta
denominación o sostiene una teología particular, necesariamente interpretará
que el mensaje original de un texto bíblico de acuerdo con esa teología. Esto
es una falacia de categoría: confundir un análisis teológico con un análisis
crítico-histórico.
Un
académico puede presentar una interpretación desde un marco teológico, pero eso
no implica que dicha interpretación sea la misma que adoptaría desde la
disciplina de los estudios bíblicos. Por esta razón, intentar reconciliar los
resultados de un análisis bíblico académico utilizando por los presupuestos
teológicos de la persona, puede ser metodológicamente incorrecto.
Sobre las Ciencias Bíblicas
En la actualidad ha surgido un término más específico dentro de los estudios bíblicos: ciencias bíblicas (biblical sciences). Esta subdisciplina enfatiza el uso sistemático de métodos científicos y herramientas interdisciplinarias aplicadas al estudio del texto. Espero el próximo año realizar al menos un diplomado en el área para poder ofrecer una descripción más detallada basada en mi experiencia sobre esta subdisciplina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario