miércoles, 31 de diciembre de 2025

William P. Brown sobre la Sabiduria en Proverbios 8:22-31

 

William P. Brown sobre la Sabiduria en Proverbios 8:22-31

“La autodescripción de la Sabiduría no concluye simplemente con el perfilamiento del carácter normativo. Después del v. 21, la Sabiduría trasciende el nivel social de la encarnación sapiencial y asciende al ámbito cósmico y, por tanto, al divino. Lo que sigue es su autoelogio en asombro cósmico, expresado en uno de los poemas más exquisitamente elaborados de toda la Escritura, un pasaje singularmente evocador que ha cautivado a los lectores durante siglos, desde sabios antiguos y padres de la Iglesia (y herejes) hasta feministas y ecologistas. De hecho, Prov. 8:22–31 ha sido un campo de disputa en las controversias cristológicas del pasado y en los debates teológicos del presente. Sin culpa propia, el texto carga con una herencia marcada por las contiendas,⁵⁸ y, antes de continuar, haría bien el lector en desprenderse al menos de parte del pesado equipaje interpretativo y recorrer el mundo del texto con menor carga, con los ojos bien abiertos, ocurra lo que ocurra.

El poema marca el punto culminante del discurso de la Sabiduría en Proverbios y, a través de él, ella establece su lugar preeminente dentro del amplio marco cósmico del origen de la creación. En efecto, su relato no trata tanto de la creación en sí misma cuanto de quien la contempla y se implica en ella. «¡Todo gira en torno a mí!», declara el “yo” testigo de la creación. El poema es el gran soliloquio de la Sabiduría y cumple una función retórica claramente definida dentro del marco más amplio de los prolegómenos de Proverbios: la Sabiduría eleva su voz por encima del tumulto de voces en conflicto para persuadir al lector de su valor y autoridad incalculables. Ella sola es el supremo objeto de asombro, en tanto busca seducir a su audiencia e invitarla a una relación de pertenencia.

Además, mediante su testimonio, la Sabiduría procura vincularse con el lector de una manera que ningún padre (ni siquiera una deidad) puede lograr, y lo hace identificándose a sí misma como una niña que retoza con Dios y con el mundo (vv. 30–31). Al reclamar una asociación íntima y vivaz tanto con el Creador como con la creación, la Sabiduría espera cautivar la imaginación y, al hacerlo, reclamar de una vez y para siempre la lealtad del lector al Dios de la Sabiduría. Es aquí, en el asombro de la Sabiduría, donde el carácter y la creación alcanzan su consumación. En contraste con la “mujer extranjera”, la detestada “otra” que amenaza tanto a la familia como a la comunidad, la Sabiduría se presenta a sí misma como la Otra cósmica y, a la vez, familiar, para el bien tanto de la familia como de la comunidad.

 

El poema comienza con la Sabiduría colocándose a sí misma en (y como) el comienzo de los actos creativos de Dios (vv. 22–23). La Sabiduría fue “creada” (qnh) por YHWH antes del mundo,⁵⁹ según ella misma declara, afirmando así su estatus preeminente en toda la creación. Más específicamente, la Sabiduría es concebida en el v. 22, gestada en el v. 23, dada a luz en los vv. 2425, presente durante la creación en el v. 27 y activamente jugando en los vv. 3031. La creación del mundo se relata estrictamente desde la perspectiva de la primacía “genética” de la Sabiduría. Aunque su origen se distingue claramente de los orígenes del cosmos, la Sabiduría comparte, sin embargo, un vínculo íntimo con el “mundo habitado” (v. 31). De hecho, la Sabiduría necesita un mundo para poder ser sabia.⁶⁰ ¿Y qué es lo que la Sabiduría necesita del mundo? La oportunidad de jugar. El mundo es su espacio de juego.¹

El poema en ningún momento sugiere que la Sabiduría colabore con Dios en la tarea de la construcción cósmica. La Sabiduría no es una trabajadora infantil, pero tampoco es una espectadora pasiva. Cada paso de la creación está acompañado por su presencia lúdica. Cuando [YHWH] trazaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, creciendo a su lado.² Yo era su deleite día tras día, jugando delante de él en todo momento, jugando en su mundo habitado, y deleitándome en la descendencia de ʾādām (8:29b31).

El juego de la Sabiduría cumple una doble función. Su actividad involucra tanto a Dios como al mundo en la mutualidad del juego, manteniendo unidos al Creador y a la creación mediante el vínculo común del deleite. Ella es el deleite de Dios, y encuentra deleite en la creación, particularmente en la humanidad. En resumen, la Sabiduría es el “deleite” del mundo que ilumina al mundo. El poema, en suma, es el gozo de la Sabiduría para el mundo. Dios le ha dado el nacimiento y ha nutrido su crecimiento para que se deleite en su hogar cósmico.

Aquí, en Prov. 8, la Sabiduría no es un mero instrumento de las capacidades creativas de Dios; es más que un atributo, sea divino o no (cf. 3:19). Según los sabios, ella está plenamente viva, es interdependiente y mantiene una interacción dinámica con Dios y con el mundo. La Sabiduría es la compañera plena de Dios en el juego, y toda la creación le pertenece para su disfrute. El mundo fue hecho para la Sabiduría.

⁵⁹ El verbo qnh suele significar “adquirir” (Prov. 4:7a), pero aquí se utiliza en el contexto de dar a luz, como en Gén. 4:1, lo que quizá se exprese mejor traduciendo el versículo como: “YHWH me tuvo como el comienzo de su camino” (v. 22a), un caso de adquisición mediante creación.

² Esta línea, muy discutida, depende del significado de una sola palabra (ʾāmôn). Véase, por ejemplo, NRSV “artesano maestro” y la nota al pie “niño pequeño”. Para una panorámica de las cuestiones involucradas, véase Scott, “Wisdom in Creation”. En contra de la mayoría de las traducciones, la forma gramatical de la palabra parece ser verbal, concretamente un infinitivo absoluto de ʾmn, “sostener” o “nutrir” (véase el mismo verbo en Est. 2:20b). Además, el contexto más amplio inclina la balanza semántica. Dada la ausencia de cualquier indicio de actividad creativa por parte de la Sabiduría en el poema, junto con el tema del juego que sigue inmediatamente, la imagen de la Sabiduría como una niña se ajusta mejor al contexto. Véase Fox, “ʾAmon Again; idem, Proverbs 1–9, 285–87. Otra opción es entender la forma como un sustantivo que funciona como acusativo adverbial, con el sentido de “fielmente” (así Weeks, “Context and Meaning”). En cualquiera de los casos, el vínculo entre la Sabiduría y Dios está marcado por la intimidad y el deleite.”

Wisdom's Wonder, Character, Creation, and Crisis in the Bible's Wisdom Literature, William P. Brown, 2014, ed. Eerdmans

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