William
P. Brown sobre la Sabiduria en Proverbios 8:22-31
“La
autodescripción de la Sabiduría no concluye simplemente con el perfilamiento
del carácter normativo. Después del v. 21, la Sabiduría trasciende el nivel
social de la encarnación sapiencial y asciende al ámbito cósmico y, por tanto,
al divino. Lo que sigue es su autoelogio en asombro cósmico, expresado en uno
de los poemas más exquisitamente elaborados de toda la Escritura, un pasaje
singularmente evocador que ha cautivado a los lectores durante siglos, desde
sabios antiguos y padres de la Iglesia (y herejes) hasta feministas y
ecologistas. De hecho, Prov. 8:22–31 ha sido un campo de disputa en las
controversias cristológicas del pasado y en los debates teológicos del
presente. Sin culpa propia, el texto carga con una herencia marcada por las
contiendas,⁵⁸ y,
antes de continuar, haría
bien el lector en desprenderse al menos de parte del pesado equipaje
interpretativo y recorrer el mundo del texto con menor carga, con los ojos bien
abiertos, ocurra lo que ocurra.
El poema
marca el punto culminante del discurso de la Sabiduría en Proverbios y, a
través de él, ella establece su lugar preeminente dentro del amplio marco
cósmico del origen de la creación. En efecto, su relato no trata tanto de la
creación en sí misma cuanto de quien la contempla y se implica en ella. «¡Todo
gira en torno a mí!», declara el “yo” testigo de la creación. El poema es el
gran soliloquio de la Sabiduría y cumple una función retórica claramente
definida dentro del marco más amplio de los prolegómenos de Proverbios: la
Sabiduría eleva su voz por encima del tumulto de voces en conflicto para
persuadir al lector de su valor y autoridad incalculables. Ella sola es el
supremo objeto de asombro, en tanto busca seducir a su audiencia e invitarla a
una relación de pertenencia.
Además,
mediante su testimonio, la Sabiduría procura vincularse con el lector de una
manera que ningún padre (ni siquiera una deidad) puede lograr, y lo hace
identificándose a sí misma como una niña que retoza con Dios y con el mundo
(vv. 30–31). Al reclamar una asociación íntima y vivaz tanto con el Creador
como con la creación, la Sabiduría espera cautivar la imaginación y, al
hacerlo, reclamar de una vez y para siempre la lealtad del lector al Dios de la
Sabiduría. Es aquí, en el asombro de la Sabiduría, donde el carácter y la
creación alcanzan su consumación. En contraste con la “mujer extranjera”, la
detestada “otra” que amenaza tanto a la familia como a la comunidad, la
Sabiduría se presenta a sí misma como la Otra cósmica y, a la vez, familiar,
para el bien tanto de la familia como de la comunidad.
El poema
comienza con la Sabiduría colocándose a sí misma en (y como) el comienzo de los
actos creativos de Dios (vv. 22–23). La Sabiduría fue “creada” (qnh) por YHWH
antes del mundo,⁵⁹
según ella
misma declara, afirmando así
su estatus preeminente en toda la creación.
Más específicamente, la Sabiduría es concebida en el v. 22, gestada en
el v. 23, dada a luz en los vv. 24–25,
presente durante la creación
en el v. 27 y activamente “jugando” en los vv. 30–31. La creación del mundo se relata estrictamente
desde la perspectiva de la primacía “genética” de la Sabiduría. Aunque su
origen se distingue claramente de los orígenes del cosmos, la Sabiduría
comparte, sin embargo, un vínculo íntimo con el “mundo habitado” (v. 31). De
hecho, la Sabiduría necesita un mundo para poder ser sabia.⁶⁰ ¿Y
qué es lo
que la Sabiduría
necesita del mundo? La oportunidad de jugar. El mundo es su espacio de juego.⁶¹
El poema en
ningún momento sugiere que la Sabiduría colabore con Dios en la tarea de la
construcción cósmica. La Sabiduría no es una trabajadora infantil, pero tampoco
es una espectadora pasiva. Cada paso de la creación está acompañado por su
presencia lúdica. Cuando [YHWH] trazaba los cimientos de la tierra, yo estaba
junto a él, creciendo a su lado.⁶²
Yo era su deleite día
tras día,
jugando delante de él
en todo momento, jugando en su mundo habitado, y deleitándome en la descendencia de ʾādām
(8:29b–31).
El juego de
la Sabiduría cumple una doble función. Su actividad involucra tanto a Dios como
al mundo en la mutualidad del juego, manteniendo unidos al Creador y a la
creación mediante el vínculo común del deleite. Ella es el deleite de Dios, y
encuentra deleite en la creación, particularmente en la humanidad. En resumen,
la Sabiduría es el “deleite” del mundo que ilumina al mundo. El poema, en suma,
es el gozo de la Sabiduría para el mundo. Dios le ha dado el nacimiento y ha
nutrido su crecimiento para que se deleite en su hogar cósmico.
Aquí, en
Prov. 8, la Sabiduría no es un mero instrumento de las capacidades creativas de
Dios; es más que un atributo, sea divino o no (cf. 3:19). Según los sabios,
ella está plenamente viva, es interdependiente y mantiene una interacción
dinámica con Dios y con el mundo. La Sabiduría es la compañera plena de Dios en
el juego, y toda la creación le pertenece para su disfrute. El mundo fue hecho
para la Sabiduría.
⁵⁹ El
verbo qnh suele significar “adquirir” (Prov. 4:7a), pero aquí se utiliza
en el contexto de dar a luz, como en Gén. 4:1, lo que quizá se exprese mejor
traduciendo el versículo como: “YHWH me tuvo como el comienzo de su camino” (v.
22a), un caso de adquisición mediante creación.
⁶² Esta
línea, muy discutida, depende del significado de una sola palabra (ʾāmôn). Véase, por ejemplo, NRSV “artesano maestro” y la nota
al pie “niño pequeño”. Para una panorámica de las cuestiones involucradas,
véase Scott, “Wisdom in Creation”. En contra de la mayoría de las traducciones,
la forma gramatical de la palabra parece ser verbal, concretamente un
infinitivo absoluto de ʾmn, “sostener” o “nutrir” (véase el mismo verbo en Est.
2:20b). Además, el contexto más amplio inclina la balanza semántica. Dada la
ausencia de cualquier indicio de actividad creativa por parte de la Sabiduría
en el poema, junto con el tema del juego que sigue inmediatamente, la imagen de
la Sabiduría como una niña se ajusta mejor al contexto. Véase Fox, “ʾAmon Again”;
idem, Proverbs 1–9, 285–87. Otra opción es entender la forma como un
sustantivo que funciona como acusativo adverbial, con el sentido de “fielmente”
(así Weeks, “Context and Meaning”). En cualquiera de los casos, el vínculo
entre la Sabiduría y Dios está marcado por la intimidad y el deleite.”
Wisdom's Wonder, Character, Creation, and Crisis in
the Bible's Wisdom Literature, William P. Brown, 2014, ed. Eerdmans
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