MONOTEISMO EN EL CONTEXTO JUDIO Y CRISTIANO DE TIEMPOS BIBLICOS
En esta ocasión me gustaría compartir con todos una buena porción del libro de Fredriksen que estoy leyendo actualmente, en particular la sección sobre el tema del monoteísmo el cual nos da una mirada fresca (el libro es del 2018) y nos presenta desde un punto de vista académico, cómo funcionaba el monoteísmo de tiempos bíblicos tanto como para judíos como para cristianos, el cual es complementado con extractos de otros académicos enfocados al estudio de los orígenes de cristianismo o cristianismo de 1er siglo.
“Los dioses paganos del Nuevo Testamento se vuelven fácilmente invisibles para los lectores modernos. La mayoría de los lectores, si son teístas, son monoteístas, convencidos de que solo existe un dios. Pero en la antigüedad, incluso para los antiguos "monoteístas", todos los dioses existían. Mire Éxodo, por ejemplo, o Salmos, o Jeremías. Incluso en su propio libro, Dios no era el único dios*.
* El dios de Israel pelea con los dioses egipcios, Éxodo 12.12; Dios es el dios más grande, Salmo 86.8; y todos los demás dioses se postraron ante él, Salmo 97.7; también Jeremías 10.6. Para más información sobre el universo congestionado por dioses del antiguo “monoteísmo,” Fredriksen, Pagans’ Apostle, 10–13, 38–42; también Fredriksen, “How Jewish Is God? Divine Ethnicity in Paul’s Theology.” Ver también Emma Wasserman, “Gentile Gods at the Eschaton: A Reconsideration of Paul’s ‘Principalities and Powers’ in 1 Corinthians 15.” Para las aluciones de Pablo a dioses extranjeros, ver también James D. G. Dunn, The Theology of Paul the Apostle, 33–38, 104–10.
Lo que distinguía a los antiguos monoteístas, ya fueran paganos, judíos o eventualmente cristianos, de sus contemporáneos no monoteístas era su convicción de que un solo dios era supremo sobre todos los demás dioses inferiores. El cielo, incluso para los "monoteístas", seguía estando muy poblado. Su estructura de poder es lo que definió al antiguo monoteísmo: un solo dios estaba en la cima. Pero muchas otras deidades menores, también para los judíos, así como para los paganos y, eventualmente, para los cristianos, se ubicaron por debajo…
Pablo ya nos ha presentado a algunos de estos dioses, allá por 1 Corintios 15, cuando habló de estrellas y planetas, el sol y la luna, todos los cuales, en la antigüedad, rodeaban la tierra. Y en ese mismo capítulo también mencionó a esos agentes astrales, los gobernantes, las autoridades y los poderes, a quienes el Cristo que regresara victorioso abrumaría. Los paganos concibieron estos elementos y fuerzas cósmicas como formas de vida inteligente, inmortales y en ese sentido divinas. Los judíos estuvieron de acuerdo. Como dijo Filón de Alejandría, el contemporáneo mayor de Pablo, en su erudito comentario sobre el Génesis, el firmamento del cielo es "la morada santísima de los dioses manifiestos y visibles". Para Filón, no menos que para sus vecinos paganos, las estrellas y los planetas eran dioses. Todavía llamamos a estas estrellas y planetas por sus antiguos nombres divinos: Mercurio, Venus, Júpiter, Saturno. Más cerca de la tierra vivían aún más dioses. El Salmo 95.5 en griego había descartado a estas deidades próximas como "dioses"; "Los dioses de los paganos son demonios" —daimonia, pequeños dioses, es decir— todavía poderes divinos, pero también subordinados, en opinión del salmista, a su propio dios, el dios de Israel.
La ira de estos dioses inferiores solo hizo que Pablo fuera más desafiante. Se queja a los corintios de que "el dios de este siglo" ha cegado los ojos de los incrédulos. Él desprecia como pesos ligeros cósmicos los "elementos del universo" que sus ex paganos en Galacia habían adorado anteriormente. Los dioses paganos, le dice a su asamblea de Corinto, son meros daimonia, "demonios" o "dioses". “Todos sabemos que hay muchos dioses y muchos señores”, les comenta, “pero para nosotros hay un solo dios, el Padre. . . y un señor, Jesucristo”. Además, Pablo y sus comunidades sabían algo que sus vecinos paganos y judíos no afiliados no sabían: pronto, muy pronto, Cristo regresaría para combatir estas fuerzas cósmicas de una vez por todas…”
When Christians Were Jews: The First Generation, Dr. Paula Fredriksen, is Aurelio Professor of Scripture emerita at Boston University, Distinguished Visiting Professor of Comparative Religion at the Hebrew University, Jerusalem, pg. 147-153, 2018
Deberíamos estar consientes, al menos que existen diferentes tipos o conceptos de monoteísmo en el marco cultural de tiempos bíblicos como se presenta a continuación:
"Además de la importancia de distinguir posibles comprensiones de la(s) relación(es) entre el monoteísmo judío y cristiano temprano, también es importante señalar los "tipos de monoteísmo" que han sido y pueden ser identificados y distinguirse como existentes durante este período.
-MONOTEÍSMO RETÓRICO
-MONOTEÍSMO DE CREACIÓN
-MONOTEISMO LITÚRGICO (MONOLATRÍA)
-MONOTEISMO INCLUSIVO O EXCLUSIVO?"
The Only True God, Early Christian Monotheism in Its Jewish Context, James F. McGrath, is the Clarence L. Goodwin Chair in New Testament Language and Literature at Butler University in Indianapolis in the United States, 2022
A modo de complemento, de manera similar:
"As with the discussion of Judaism above, so with the Shema. The problem is not that Paul ever voices any doubts about the oneness of God; he does not. In fact, he pointedly affirms it. The problem, if there is one, is that Paul also says some things about Jesus that later interpreters have thought should have made Paul balk at confessing the Shema. According to these interpreters, Paul himself may not have recognized that he had abandoned monotheism, but he had in fact abandoned it. A key text here is Paul’s third express citation of the Shema, where he is answering the question whether it is permissible for gentiles-in-Christ to eat meat that had previously been sacrificed to idols (1 Cor 8:4–6).
On the one hand, Paul here once again affirms Deuteronomic orthodoxy (“there is no god but one”) but, on the other hand, he also concedes the existence of many other gods and lords. On the surface of it, this is confusing, not to say contradictory. But there is a logic to it. Paul says that idols, that is, the cult statues of gentile deities, are nothing at all. But the deities themselves do exist, as he reaffirms at the end of his discourse on idol sacrifices: “What [gentiles] sacrifice, they sacrifice to demons and not to God” (1 Cor 10:20). Unlike idols, Paul reckons, demons, gods, and lords are real things in the cosmos.
What is more, one of these other lords, namely Jesus, Paul also adds to his formulaic confession of divine oneness: “For us there is one god the father … and one lord Jesus Christ.” Paul calls Christ a lord, not a god, which is interesting and perhaps significant (see further below), but God does at least now have a divine lieutenant, the messiah Jesus. The phrase “for us” signifies that here Paul is talking about devotion, not ontology. The point, in other words, is not that no other divine beings exist except God and Christ, but rather that only God and Christ are worthy of devotion from Paul and his co-religionists. Gentiles in their natural state may sacrifice to demons, but “for us” there is only God and Christ. This is what is often called monolatry (as opposed to monotheism) in the secondary literature. If monotheism means belief in the existence of only one divine being and no others,47 monolatry means the reservation of worship for one divine being, even if other divine beings may exist. Monolatry is often (but need not be) coordinated with henotheism—that is, belief in the existence of a pyramid of divine beings with one higher than all the rest. These additional terms give us access to very helpful distinctions, but unfortunately, many scholars (not to mention laypeople) do not avail themselves of these distinctions. Many persist in using just the one word “monotheism” for a number of quite different phenomena. Or they create their own bespoke distinctions, such as William Horbury’s distinction between exclusive monotheism (which denies the existence of all gods but one) and inclusive monotheism (which allows that other gods exist but ranks them below the high god), or Angelos Chaniotis’s distinction between monotheism (only one god exists) and megatheism (one god is experienced as superior to all others).50 Ideally, when discussing these complicated matters, we should be maximally precise while also using terms that are intelligible to the largest possible number of people. Along these lines, we might say that, in 1 Corinthians 8, Paul starts by striking an apparently monotheistic note (“there is no god but one”), but as he goes on it emerges that his position is perhaps better described as henotheistic and monolatrous (or, perhaps better, duolatrous): There are many gods and lords in the cosmos, but one father god is above them all, and only he and his son the messiah are worthy of devotion in Paul’s assemblies." (Paul, Then and Now, Matthew V. Novenson is senior lecturer in New Testament and Christian origins at the University of Edinburgh, where he is also director of the Centre for the Study of Christian Origins, 2022)
Algunos extractos de lo que fue una de sus últimas entrevistas referidas al tema: